Un venezolano en la ciudad condal
2 minutos de lecturaLa Vanguardia 15/07/1970 (Barcelona)
Un venezolano en la ciudad condal. En 1966, y en la montaña de Montjuich, atalaya entrañable de la vida y el paisaje de Barcelona, un venezolano viajero de todos los caminos, encontró razones y amores suficientes para la gran tarea de su segunda juventud, e inauguró las instalaciones del Parque de Atracciones, con el que revivía sus recuerdos de la capital de su país, recostada sobre la montaña del Ávila.
Desde entonces hasta hoy, cerca de tres millones de personas se han divertido y han sido un poquitín felices con las atracciones de Montjuich; quizá por eso, el 5 de junio último, un grupo de eminentes barceloneses, amigos de su ciudad y consecuentes con quienes la aman, distinguió a don José Antonio Borges Villegas con unas «Llaves de Barcelona» por primera vez entregadas a un hispanoamericano.
Como testimonios de la obra y credenciales de su creador, las fotografías de esta página recogen algunas imágenes ya características del Parque de Atracciones de Montjuich.
El monumento a la Sardana: «la danza más bella de todas las danzas que es fan i es desfan», —se tejen y destejen—, en los versos de Juan Maragall.
El monumento a Carmen Amaya, la gitana catalana de carne y alma con brío, que llevó la magia española de su arte por todos los rincones del mundo.
Y las cuevas bautizadas en honor de la misma bailarina genial, templete enamorado por el recuerdo artístico de Carmen Amaya, ofrecido por la galantería de un venezolano afincado ya con su trabajo en la posibilidad cotidiana de la Ciudad Condal.
Recorte de prensa facilitado por Raúl Jiménez