Nuestra ciudad inédita y cotidiana
3 minutos de lecturaNuestra ciudad inédita y cotidiana – La Vanguardia Española – Domingo, 16 septiembre de 1973
Contemplada desde lo alto, Barcelona ofrece panorámicas generalmente insólitas incluso para quienes conocemos de cerca la ciudad y sus lugares más representativos.
A veces cuesta trabajo reconocer una perspectiva aérea, pero es evidente que ese ejercicio de descubrir matices ayuda a enriquecer la visión de aquellos escenarios que, a ras de tierra, nos son familiares porque los hemos recorrido infinidad de ocasiones.
Hoy, en esta página, tenemos ocasión de ensanchar el horizonte de Barcelona a través de cuatro zonas que, sin duda, son fáciles de localizar y que, en su conjunto, muestran una urbe de ricos contrastes, donde la belleza de sus contornos se mezcla entre el verde de sus parques, no tan generosos como todos desearíamos, y la febril actividad del recinto portuario.
Barcelona es, en efecto, ciudad que tiene buenos pero pocos parques públicos. A través de estas magníficas fotografías se pueden admirar algunos de los bellos parques, unos abiertos durante los últimosaños; otros, viejos ya en el panorama local.
Entre los primeros puede anotarse el Parque de Cervantes, que ocupa una ancha superficie en la entrada a la ciudad por la avenida del Generalísimo Franco, donde la ingeniería ha tenido que arbitrar atrevidas soluciones para atender la exigencia de un tráfico cada vez mayor. Cemento y hierro, en forma de grandes arterias, orillan uno de los más modernos parques públicos de Barcelona, en el que se ha logrado también, a decir de los expertos, la más bella rosaleda que ha tenido hasta ahora la Ciudad Condal.
José María de Porcioles durante su mandato
El Mirador del Alcalde, en Montjuich, empeño generoso de don José María de Porcioles durante su mandato al frente del Ayuntamiento, figura asimismo en la lista de los pocos espacios ganados recientemente para enriquecer el débil patrimonio de zonas verdes. A su lado, el Parque de Atracciones, otro aliciente que ha potenciado la montaña de Montjuich, balcón incomparable para asomar la mirada a un puerto que pugna también por ensanchar sus muelles y tinglados para, como dijo en cierta ocasión Camilo José Cela, bailar al son que le marca la ciudad».
Y en este peregrinaje de verdes horizontes aparece también, como telón de fondo de un Arco de Triunfo igualmente, remozado tras las obras de jardinería en su contorno, el Parque de la Ciudadela, sin duda el más espléndido de cuantos hay actualmente en Barcelona.
En el interior del mismo ha encontrado puntual acomodo el Zoológico, otro lugar de concurrencias amables cuando el calor aprieta y en las horas soleadas del invierno.
Queda, como ejemplo de la Barcelona antigua, el conjunto armónico de la Plaza Real, obra del arquitecto Francisco Daniel y Molina, escenario de cumplidos pórticos y majestuosas palmeras que, por fortuna, resisten al paso de los años y a los azotes que impone el urbanismo de nuestros días, tan implacable en otros lugares de la ciudad.